María Magdalena y Jesús
Esculturas del Maestro Carlos Terrés.
En Tierra Santa
Por Pilar Pérez Cernuda
En el mes de julio se celebra la festividad de María Magdalena, el día 22, en la ciudad de Magdala, en Galilea, en Tierra Santa. Esta «Apóstola de los Apóstoles» aparece en bronce junto a la imagen de Jesús, modeladas por el escultor mexicano Carlos Terrés, a petición del Padre Juan María Solana L.C. en la Ciudad de María Magdalena.
La imagen de María Magdalena modelada por el Maestro Terrés proyecta con volúmenes sugerentes a esa mujer a quien Jesús arrojó 7 demonios y se convirtió luego en uno de sus más fieles discípulos. La escultura la muestra como lo mencionan las escrituras: «…ella lo seguía y lo ayudaba con sus bienes (cf. Lc 8, 1-2), entregando una pieza de pan y Jesús aceptándola».
El rostro de María Magdalena bellamente modelado encierra en su mirada la expresión del sentimiento al estar al pie de la cruz (cf. Jn 19, 25) y la alegría del testigo al ser la primera que vio al Señor resucitado (cf. Jn 20, 11-17). Este conjunto escultórico es, según menciona el Padre Juan María Solana en su carta (XLIII), lo que define a María Magdalena como LA DISCÍPULA. «¡Qué hermosa definición nos deja María Magdalena de sí misma: la discípula! Es decir, la que aprende, la que escucha, la que sigue. Podemos imaginar fácilmente a esta luz todos esos días de seguimiento de Cristo por los caminos de Galilea, entre villas pequeñas, aldeas, pueblos y ciudades; en dirección a Jerusalén o volviendo de ella…. María era una esponja que absorbía de los labios del maestro hasta la última palabra, que grababa en su mente hasta el último gesto, que meditaba en su corazón, a ejemplo de la otra gran Maestra, María de Nazaret, las palabras y hechos del Hijo de Dios.
Cuánto nos ayuda pensar en esta discípula que, centrándose en la vida del Maestro, dejó de lado a todo otro maestro; que haciendo una opción radical de seguirlo, al parecer en agradecimiento por su liberación del mal, no parpadeó en dejar atrás otras personas, ambientes, doctrinas, entretenimientos que, ahora, a la luz de su Maestro, le debieron parecer simples luciérnagas.»