Obra monumental ¨Meztli¨ del escultor Carlos Terrés,por el cumplimiento del XV aniversariodel Centro Universitario de los Lagos
Meztli, la luna
Deseo agradecer al Rector Aristarco Regalado Pinedo su invitación a trabajar en este proyecto, y a todos los que con su apoyo lograron que se realizara, muchas gracias.
Hoy estamos celebrando el XV aniversario de la presencia en estas tierras del Centro Universitario de los Lagos. Como exalumno de la Universidad de Guadalajara, me uno a este reconocimiento por la importancia de sus labores de investigación, vinculación y extensión. La escultura Meztli simboliza ese reconocimiento a la excelencia universitaria, a elevarse de la nada por medio del conocer y del saber, es una alegoría de la verdad, de las ciencias y de las artes, es ese luchar sin descanso en permanente cambio, impulsándose sobre la transitoriedad y la fragilidad, con las alas en la mente, del ángel, del pájaro, del papalótl, de la mariposa, volando con las manos unidas, orando, alegrando la luna, llevándola… acariciándola… coloreándola con los tonos que solo se logran con el conocimiento y la cultura, modelando la arcilla que se produce en las aulas, despuntando el lápiz, desmoronando el carboncillo, cantando a la vida, mirándose en un espejo de obsidiana, portando el reflejo de la luna en ese lago de la existencia, esa luna tan hermosa, tan clara y tan obscura, de esa señora de los cascabeles, de esa alma máter, esperando ser tierra para las flores, en la costa del infinito mar océano, grito torrencial que anima el despertar matutino, árbol que se cree nido buscando el aliento que inspira, que pide divinidad.
Soy uno más de este pueblo, nacido al pie de la sierra y a la ribera del río, saturado de la expresión rosa de la cantera, de la piedra de nuestra gigantesca parroquia, sorprendido de las historias de la Mesa Redonda, esas de cristeros, de insurgentes y de revolucionarios, de indígenas y de fundadores, de las consejas del alcalde, de la tierra semiárida de Los Altos que me enseñó a expresarme a través del color y la piedra, de su clima caliente y frío a la vez, del encanto de sus cielos llenos de nubes y estrellados por las noches, de esos campos amarillos de rastrojo que me regalaron en un maizal el grano de maíz que es el hombre, que es la vida… esos muros de adobe, en donde me enseñaron el arte, cálido y rojo, como las lajas de la piedra de Comanja, una sobre otra, ni una más vieja, ni una más joven, ninguna igual pero con el mismo valor, con el brochazo del color, el golpe del cincel, trabajadas por mi mano, buscando lo eterno con esa raíz, en lo más profundo de nuestra cultura dándole a cada obra un sentido trascendente, amplio y sólido.
Este es un momento especial, de gala y de misterio, de reconocimiento y de luto por la tierra herida, con las bocas tapadas por el miedo y la esperanza, sin poder tocarnos, con el corazón en un puño, fuera de lo cotidiano, de complejas dificultades y peligros, cobijados bajo las alas del conocimiento, atesorando la libertad en un cofre enriquecido de sentimientos, abrazando virtualmente a la familia humana como un tesoro, en una avaricia completa, como al término de una obra de arte, que no importa el momento bello en el que se inicia, sino el momento mágico en que se dejó plasmado algo intangible. Deberemos ser más sencillos, más solidarios, más respetuosos y más sensibles, es como observar el movimiento de una mariposa: la flor voladora, o de una golondrina que vuela bajo, rozando el mismo suelo, por las calles de Lagos, que parece tocarnos con su color negro de tinta, en un recuerdo tan fugaz que queda impreso en esta escultura como un sentimiento de honor y gratitud que quisiera ser eterno…
Felicidades al Centro Universitario de los Lagos por su XV aniversario de vida intensa y fructífera, felicidades.
Carlos Terrés.