San Pedro Esqueda Ramírez
Modelo en Terroca del original en bronce que se encuentra en la Ciudad de San Juan de los Lagos, Jal.
San Pedro, en actitud de elevación y de fructificación, como el árbol que florece, símbolo de su martirio, alza el brazo como un maestro motivando a los niños, el tronco y el fuego, son parte importante de los elementos que componen la escultura.
Escultura de San Pedro Esqueda para la ciudad de San Juan de los Lagos, Jal., donde nació el 29 de abril de 1887, Pedro Esqueda, hijo de Margarito Esqueda y Nicanora Ramírez, donde recibió el bautismo, la confirmación y la primera Comunión, en la fiesta del Sagrado Corazón de 1895.
La escultura representara al Seminarista sobresaliente, al Sacerdote valiente de la persecución religiosa, que fue ordenado en el oratorio público del Hospital de la Santísima Trinidad en Guadalajara el 19 de noviembre de 1916 cantando su Primera Misa en el Santuario de Nuestra Señora de San Juan de los Lagos el primero de diciembre del mismo año.
El grupo escultórico simbolizará al sacerdote ejemplar, humilde y lleno de caridad, con grandísimo celo, organizando la asociación llamada “Cruzada Eucarística”, para impulsar a los niños en el amor y devoción a Jesús Sacramentado, poniendo empeño especial en preparar a los niños que por primera vez se acercaban a la comunión. Así, una niña y un niño lo acompañan: uno tomando el libro del catecismo con la mano y la otra abriendo los brazos en imitación de Jesús, ejemplificando el amor por la Cruz y a la Santísima Virgen María, San Pedro, en actitud de elevación y de fructificación, como el árbol que florece, símbolo de su martirio, alza el brazo como un maestro motivando a los niños, a seguir como en el camino de su particular calvario, dejando en ellos un testamento de fidelidad a la catequesis y al evangelio.
El tronco y el fuego, son parte importante de los elementos que componen la escultura, simbolizando el 18 de noviembre que fue aprendido al recrudecerse la persecución contra la Iglesia, hasta morir el 22 de noviembre de 1927 después de torturarlo y martirizarlo en el poblado de Teocaltitán.
La escultura es un testimonio de amor a la memoria de San Pedro Esqueda que sufrió pacientemente la fiereza de los azotes y otras injurias en una cruel e infame tortura para un hombre de Dios, una persona inocente, que lo único que perseguía era amar a Cristo y a los demás.