Por Julia García Portales.

      Circula por las redes sociales una fotografía de la escultura con el tema del Ing. Matute, modelada y vaciada en bronce por el escultor y pintor Carlos Terres, instalada en el centro de la Ciudad de Guadalajara Jalisco,  en plena lucha con el Hombre Araña, que representa muy bien la pregunta que  filosóficamente se cuestiona el productor de arte: ¿es el artista un hombre suficientemente inteligente para ser capaz de distinguir entre, entre el bien y el mal, en el arte?

      Terres sigue a sus propios instintos sin tener en cuenta la costumbre o las leyes estéticas  y de cánones,  por lo tanto, mientras gana la simpatía o la repulsión, se ve en lucha mortal y se defiende como el labrador a sus cosechas, con trabajo constante, creando arte.

      La lucha de Terres es consigo mismo,  iniciada  a mediados  del siglo XX apareció conforme a las ideas de su tiempo, creciendo de minuto en minuto.

      No sentimos ninguna ansiedad por Terres, quien elude fácilmente al Hombre Araña buscando la reparación personal en forma de su propia estatua, para poder prevalecer contra su matador y arrojarle al vacío.

      La moraleja es surrealista: vivir, soñar y crear mas intensamente ahora, porque mañana puede ser demasiado tarde. Lo que nos atrae e impresiona en la fotografía es que el arrepentimiento del superhombre se agobia en el heroísmo de crear, de osar ser amigo de Dios.

      Terres, el artista-mago, se revela al espíritu del héroe por medio de la libertad  burlándose exquisitamente de la esclavitud, e interesando, atrayendo, tentando y obligándole a uno inexplicablemente a poner al héroe y a su antagonista en la estatua de un plano trascendental.

      Si usted y yo hubiéramos estado en su lugar, quién sabe si no habríamos hecho lo mismo que el, que es el genio de energía que nace sin los prejuicios o supersticiones de sus contemporáneos llevando su lucha y su reconciliación con la superficialidad con que el siglo XXI  le afirma como creador en vez de ser un número más en la pretendida modernidad y facilismo imperante en el actual y espectacular desfile de “celebridades”.